¡Hola a todos y a todas!
Ya estamos a mitad de semana y quería traeros una reseña sobre un gel de baño que me encanta...
¿Os quedáis a verlo?
Es el gel de baño de Natural Honey Hidratante.
Tiene aceite de almendras dulces y proteínas de seda, así como miel natural. Su textura es cremosa, muy cremosa, yo diría que es como si mezclara en el mismo producto un gel de baño y una crema hidratante. A mí me recuerda al anuncio del jabón de Dove que ponían en televisión cuando lo sacaron...
He de reconocer que soy muy perezosa para usar crema hidratante, body milk o mantecas después del baño, así que, siempre suelo tener la piel de las piernas blanquecina de estas que cuando te pasas la uñita hacia arriba, se caen escamitas... Sí, lo sé... eso no puede ser... Pero cuando llevo una temporada así mala, pues uso este gel de baño y en unos días es como si mi piel recuperara tanto hidratación (a nivel profundo) como elasticidad.
Para mí es una delicia usarlo porque además tiene un aroma muy suave, y es que los olores muy fuertes no me gustan. Hace bastante espuma, yo lo uso con esponja de redecilla, que también sé que ayuda al coger más aire.
Este formato es de un litro, una barbaridad, vamos... Y suele estar alrededor de los 2 €, depende donde lo compréis. Yo lo compro en una droguería en la que tienen muy buenos precios, la verdad.
¿Ustedes tenéis algún gel de baño fetiche?
¡Un saludito!
'This is my place' es un lugar en el que plasmo mi opinión sobre productos de belleza; muestro los looks de maquillaje que me hago; enseño mis manicuras (con o sin nail art) y pongo mis recetitas. Si os gusta la variedad temática, este es vuestro blog a seguir; yo os doy la bienvenida encantada. Podéis seguirme en mis redes sociales buscando @EmiliaTeacher ¡Un saludito!
Mostrando entradas con la etiqueta miel. Mostrar todas las entradas
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miércoles, 10 de julio de 2013
sábado, 27 de abril de 2013
Receta para el fin de semana
¡Hola a todos y a todas!
¿Qué tal empezamos el fin de semana? Yo tengo un secretito que contaros, pero aún no puedo deciros nada...pssssss
Sin embargo, sí que puedo y sí que voy a contaros una forma que he descubierto diferente de hacer la verdura para que nos guste muuuuucho más...
Si no me creéis, mirad este plato de berenjenas con miel de caña...
¿Tiene buena pinta? Pues no os cuento cómo estaban... Pero sí que os voy a decir cómo hacerlas para que os salgan igual de ricas que a mí. Yo antes las hacía rebozadas con huevo y pan rallado, pero así me gustan mucho más.
Como dice nuestra amiga Gadi, vamos al lío.
Ingredientes:
* 1 Berenjena grandecita
* Agua Fría
* Harina
* Sal
* Leche
Procedimiento:
Cogemos la berenjena y le cortamos las dos puntas, las fregamos con el estropajo y la secamos muy bien. Aquí tenéis la opción de quitarle la piel, pero a mí me gusta dejársela, por eso la limpio muy bien.
Cortamos rodajas como del grosor de medio dedo, prefiero que sean finitas para que crujan un poquito, jeje , y las vamos echando en un bol grande.
Una vez esté cortada entera, las cubrimos casi por completo de leche y un poco de sal (esta verdura, por norma general, tiene un toque amargo que así le vamos a quitar), removemos bien y al frigorífico un par de horas.
Cuando haya pasado la mitad del tiempo, le damos una vueltita para que se impregne toda bien.
¿Vamos a cocinarlas?
Pues para ello cogemos un bol medianito, y echamos un vaso de agua fría con una pizca de sal. Una vez disuelta la sal, vamos echando harina poco a poco y moviendo muy bien con tenedor o varilla, como más os guste. Así, hasta que veamos que tenemos cantidad suficiente para impregnar todas las rodajas.
¿Que veis que os va a faltar? Pues añadís algo más de agua y de harina.
¿Dónde está la textura perfecta? Pues, según mi humilde criterio, cuando al levantar el tenedor de la mezcla, no gotea, sino que está espesito y cae uniforme... ya sé que esto es muy poco profesional decirlo, pero es que es ¡a ojo! Habrá quien diga que si punto "no sé qué", pero es que yo eso no lo entiendo, soy chef de mi casa, no de ningún restaurante, oigan... ¡sorry!
Ahora cogemos una sartén con dos dedos de aceite y la ponemos a fuego medio-fuerte y mientras se caliente, escurrimos las berenjenas para que suelten toda la leche.
Entonces, vamos sumergiendo las rodajas de berenjena en la mezcla que hemos hecho de la harina o "gachuela", como decimos por estos lares, escurrimos un pelín y a la sartén. Vuelta y vuelta hasta que estén doraditas y cuando sea el caso, las vamos apartando a un plato que tenga papel de cocina absorbente.
Conforme vayan soltando el exceso de aceite, las vamos poniendo en otro plato y vamos "bañando" con la miel de caña un poquito, tampoco hace falta que estén muy impregnadas, si no, le quitamos todo el sabor.
Y bien, un poquito largo, lo sé, ¡enhorabuena a las que lo hayáis leído todo!
Espero que os haya merecido la pena y que lo pongáis en práctica, porque el resultado es buenísimo. Quedan crujientes por fuera pero tiernas por dentro, una gozada para el paladar, vamos.
El proceso requiere tiempo, por eso, si en los días laborables no tenéis tiempo para estas cosas, ¡aprovechad este fin de semanita!
¡Un saludito!
¿Qué tal empezamos el fin de semana? Yo tengo un secretito que contaros, pero aún no puedo deciros nada...pssssss
Sin embargo, sí que puedo y sí que voy a contaros una forma que he descubierto diferente de hacer la verdura para que nos guste muuuuucho más...
Si no me creéis, mirad este plato de berenjenas con miel de caña...
¿Tiene buena pinta? Pues no os cuento cómo estaban... Pero sí que os voy a decir cómo hacerlas para que os salgan igual de ricas que a mí. Yo antes las hacía rebozadas con huevo y pan rallado, pero así me gustan mucho más.
Como dice nuestra amiga Gadi, vamos al lío.
Ingredientes:
* 1 Berenjena grandecita
* Agua Fría
* Harina
* Sal
* Leche
Procedimiento:
Cogemos la berenjena y le cortamos las dos puntas, las fregamos con el estropajo y la secamos muy bien. Aquí tenéis la opción de quitarle la piel, pero a mí me gusta dejársela, por eso la limpio muy bien.
Cortamos rodajas como del grosor de medio dedo, prefiero que sean finitas para que crujan un poquito, jeje , y las vamos echando en un bol grande.
Una vez esté cortada entera, las cubrimos casi por completo de leche y un poco de sal (esta verdura, por norma general, tiene un toque amargo que así le vamos a quitar), removemos bien y al frigorífico un par de horas.
Cuando haya pasado la mitad del tiempo, le damos una vueltita para que se impregne toda bien.
¿Vamos a cocinarlas?
Pues para ello cogemos un bol medianito, y echamos un vaso de agua fría con una pizca de sal. Una vez disuelta la sal, vamos echando harina poco a poco y moviendo muy bien con tenedor o varilla, como más os guste. Así, hasta que veamos que tenemos cantidad suficiente para impregnar todas las rodajas.
¿Que veis que os va a faltar? Pues añadís algo más de agua y de harina.
¿Dónde está la textura perfecta? Pues, según mi humilde criterio, cuando al levantar el tenedor de la mezcla, no gotea, sino que está espesito y cae uniforme... ya sé que esto es muy poco profesional decirlo, pero es que es ¡a ojo! Habrá quien diga que si punto "no sé qué", pero es que yo eso no lo entiendo, soy chef de mi casa, no de ningún restaurante, oigan... ¡sorry!
Ahora cogemos una sartén con dos dedos de aceite y la ponemos a fuego medio-fuerte y mientras se caliente, escurrimos las berenjenas para que suelten toda la leche.
Entonces, vamos sumergiendo las rodajas de berenjena en la mezcla que hemos hecho de la harina o "gachuela", como decimos por estos lares, escurrimos un pelín y a la sartén. Vuelta y vuelta hasta que estén doraditas y cuando sea el caso, las vamos apartando a un plato que tenga papel de cocina absorbente.
Conforme vayan soltando el exceso de aceite, las vamos poniendo en otro plato y vamos "bañando" con la miel de caña un poquito, tampoco hace falta que estén muy impregnadas, si no, le quitamos todo el sabor.
Y bien, un poquito largo, lo sé, ¡enhorabuena a las que lo hayáis leído todo!
Espero que os haya merecido la pena y que lo pongáis en práctica, porque el resultado es buenísimo. Quedan crujientes por fuera pero tiernas por dentro, una gozada para el paladar, vamos.
El proceso requiere tiempo, por eso, si en los días laborables no tenéis tiempo para estas cosas, ¡aprovechad este fin de semanita!
¡Un saludito!
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