sábado, 27 de abril de 2013

Receta para el fin de semana

¡Hola a todos y a todas!

¿Qué tal empezamos el fin de semana? Yo tengo un secretito que contaros, pero aún no puedo deciros nada...pssssss
Sin embargo, sí que puedo y sí que voy a contaros una forma que he descubierto diferente de hacer la verdura para que nos guste muuuuucho más...

Si no me creéis, mirad este plato de berenjenas con miel de caña...


¿Tiene buena pinta? Pues no os cuento cómo estaban... Pero sí que os voy a decir cómo hacerlas para que os salgan igual de ricas que a mí. Yo antes las hacía rebozadas con huevo y pan rallado, pero así me gustan mucho más.

Como dice nuestra amiga Gadi, vamos al lío.

Ingredientes:

* 1 Berenjena grandecita
* Agua Fría
* Harina
* Sal
* Leche

Procedimiento:

Cogemos la berenjena y le cortamos las dos puntas, las fregamos con el estropajo y la secamos muy bien. Aquí tenéis la opción de quitarle la piel, pero a mí me gusta dejársela, por eso la limpio muy bien.
Cortamos rodajas como del grosor de medio dedo, prefiero que sean finitas para que crujan un poquito, jeje , y las vamos echando en un bol grande.
Una vez esté cortada entera, las cubrimos casi por completo de leche y un poco de sal (esta verdura, por norma general, tiene un toque amargo que así le vamos a quitar), removemos bien y al frigorífico un par de horas.
Cuando haya pasado la mitad del tiempo, le damos una vueltita para que se impregne toda bien.

¿Vamos a cocinarlas?

Pues para ello cogemos un bol medianito, y echamos un vaso de agua fría con una pizca de sal. Una vez disuelta la sal, vamos echando harina poco a poco y moviendo muy bien con tenedor o varilla, como más os guste. Así, hasta que veamos que tenemos cantidad suficiente para impregnar todas las rodajas.
¿Que veis que os va a faltar? Pues añadís algo más de agua y de harina.
¿Dónde está la textura perfecta? Pues, según mi humilde criterio, cuando al levantar el tenedor de la mezcla, no gotea, sino que está espesito y cae uniforme... ya sé que esto es muy poco profesional decirlo, pero es que es ¡a ojo! Habrá quien diga que si punto "no sé qué", pero es que yo eso no lo entiendo, soy chef de mi casa, no de ningún restaurante, oigan... ¡sorry!

Ahora cogemos una sartén con dos dedos de aceite y la ponemos a fuego medio-fuerte y mientras se caliente, escurrimos las berenjenas para que suelten toda la leche.

Entonces, vamos sumergiendo las rodajas de berenjena en la mezcla que hemos hecho de la harina o "gachuela", como decimos por estos lares, escurrimos un pelín y a la sartén. Vuelta y vuelta hasta que estén doraditas y cuando sea el caso, las vamos apartando a un plato que tenga papel de cocina absorbente.

Conforme vayan soltando el exceso de aceite, las vamos poniendo en otro plato y vamos "bañando" con la miel de caña un poquito, tampoco hace falta que estén muy impregnadas, si no, le quitamos todo el sabor.

Y bien, un poquito largo, lo sé, ¡enhorabuena a las que lo hayáis leído todo!
Espero que os haya merecido la pena y que lo pongáis en práctica, porque el resultado es buenísimo. Quedan crujientes por fuera pero tiernas por dentro, una gozada para el paladar, vamos.

El proceso requiere tiempo, por eso, si en los días laborables no tenéis tiempo para estas cosas, ¡aprovechad este fin de semanita!

¡Un saludito!

4 comentarios:

  1. Qué ricas! Aquí, en Granada las ponen mucho de tapa y están deliciosas. BESOS!

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    1. Pues sí que están muy ricas, Gadi.
      En Córdoba también es un plato muy típico.

      ¡Un besito!

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  2. Tienen buena pinta. Me apunto la receta y a ver si así me gustan, porque no es una verdura que me agrade demasiado. =)

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    1. Todo es probar, Rita.
      A mí las habichuelas no me gustan mucho, pero las "adorno" algo y así pasan mejor, jeje.

      ¡Un saludito!

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